¿Cómo detectar la depresión en adultos mayores?

Uno de los mayores riesgos cuando cuidamos a un adulto mayor es encontrarnos con la posibilidad de que está deprimido y no nos demos cuenta. Aunque es un problema generalizado no es tratado a tiempo porque se confunde con los síntomas normales de la edad o con enfermedades como la demencia senil o el Alzheimer.

Al llegar a cierta edad las personas se enfrentan a cambios que modifican su vida de forma contundente como mudarse a la casa de sus hijos o de retiro, perder a parientes o amigos, dejar de realizar actividades porque pierden la facultad de sus sentidos, o tener que depender de alguien física y económicamente. También padecer enfermedades como el Parkinson, cáncer o trastornos en la tiroides son algunas de las causas más comunes porque los hacen sentirse tristes, inútiles e insatisfechos.

La depresión crónica tiene efectos nocivos para la salud. Desde el insomnio y la pérdida de memoria hasta unos malos hábitos alimenticios que pueden llevar a la pérdida considerable del apetito y en consecuencia a la desnutrición.

Por eso es fundamental estar pendientes cuando ellos presentan cambios en su comportamiento. Por ejemplo cuando buscan excusas para realizar las labores básicas como levantarse, bañarse y desayunar, cuando tienen reacciones agresivas sin motivo aparente o cuando hay apatía o desagrado al realizar actividades que antes les gustaban. Estos son algunos de los síntomas que hay que tener en cuenta para detectar la enfermedad.

Siempre es recomendable buscar ayuda. Una persona externa como un nutricionista o una persona de la salud pueden aconsejar mejor que cuando es el mismo cuidador quien lo sugiere. Hay que buscar a ese miembro de familia que siempre sabe decirle las cosas y a quien él o ella respeten y admiren para motivarlo a seguir la vida sin importar las limitaciones.

De la misma forma, se recomienda cambiar la dieta buscando alimentos nutritivos, deliciosos y del gusto del adulto mayor. También si sufre de insomnio hay medicina homeopática o infusiones que a ciertas horas del día pueden ayudar al descanso y a que la persona se sienta relajada y más tranquila.

Por otro lado, es necesario que la familia le demuestre cariño y afecto dedicándole calidad de tiempo donde toda la atención sea para el adulto mayor. No hay que usar palabras recriminatorias y evitar las imposiciones porque esto puede generar el efecto contrario. La idea es hacer que la persona se sienta importante, por eso no hay que descuidar visitarla con frecuencia y demostrarle que es necesario que se cuide porque es un miembro fundamental en la vida de todos.

Esta relación basada en la empatía y atención plena va a permitir que se establezca con el adulto mayor un vínculo afectivo, gracias al cual confíe en nosotros y se encuentre más dispuesto a recibir nuestros consejos:

1. Cuestionar de manera sutil sus pensamientos negativos: ¿Por qué crees que no vas a ser capaz de…? ,¿Qué ha pasado cuando lo has intentado?, ¿Cómo crees que podríamos cambiarlo?
2. Generar en él emociones positivas. Por ejemplo, recordar sucesos pasados que le provoquen satisfacción.
3. Promover en él un sentimiento de utilidad. Permitir que realice alguna tarea con la que se sienta realizado. Por ejemplo, que cocine para nosotros.
4. Intentar pensar con él en actividades gratificantesa llevar a cabo. Es complicado, debido a la apatía y la anhedonia que forman parte de su estado de ánimo. No obstante, es probable que se pueda descubrir alguna actividad que le resulte gratificante, por mínima que sea.
5. Establecer una rutina de actividades. En este caso se debe tener una actitud paciente y flexible para lograr acuerdos con el adulto mayor. Es complicado alcanzar pactos de este tipo debido a que para él cualquier actividad supone esfuerzo, además, su rigidez cognitiva le dificulta cambiar de pensamiento entre las diferentes opciones posibles. Por ello, se deben ir añadiendo actividades de manera progresiva, al mismo tiempo que se le recompensa por llevarlas a cabo.