Cuando se habla de un enfermo terminal o con discapacidad el rol del cuidador es tan indispensable como el de los médicos o terapeutas. Sin embargo, no hay el suficiente reconocimiento social para aquellos que están velando por el bienestar de otros.

Su labor no sólo consiste en ayudar en las tareas diarias a aquellos que requieren de atención permanente sino también implica una responsabilidad, una dedicación y un esfuerzo físico sin límites. De la misma forma, por las condiciones de su trabajo se necesita de mucha inteligencia emocional donde la paciencia, la buena actitud, la empatía y la serenidad son indispensables para tomar decisiones y estar alerta a cualquier eventualidad.

Aunque dentro del sistema de salud no se le dan los créditos necesarios, por no tener los títulos académicos acreditados, el cuidador, en última instancia es el que logra que el paciente pueda tener una mejor calidad de vida.

Además, el tener claro que, si bien en muchos casos un familiar asume este rol por voluntad propia sea por amor, por un deber ser o por motivación personal, es indispensable que exista dentro del sistema de salud el apoyo psicológico, terapéutico y médico para evitar tener otro paciente.   

Porque, si no hay un cuidado del cuidador esto desencadena en problemas físicos y psicoemocionales y sociales que terminan afectando su labor y todo su entorno.  Los síntomas más comunes son depresión, fatiga, estrés y ansiedad que son el origen de la mayoría de las enfermedades, desde dolores musculares hasta un cáncer.

En muchos casos, la persona que está ocupando este rol le cuesta trabajo delegar a otros porque se siente indispensable, pero de la misma forma, se lamenta por no contar con ayuda necesaria y termina con el síndrome del «cuidador quemado» o «burnout» que es muy frecuente en esta profesión y que no es fácil detectar a tiempo Por eso, aquí les dejamos los siguientes consejos para evitarlo:

1. Ser juicioso con los horarios de descanso. No se recomienda que un cuidador este más de 12 horas de turno. Por más que pueda dormir a ratos, es indispensable dormir mínimo 7 horas diarias para tener energía y estar saludable.

2. Tener apoyo familiar para la toma de decisiones y el cuidado del enfermo. La carga no puede asumirla una sola persona, el aceptar ayuda de la familia y dejar que otros asuman roles de acuerdo a sus posibilidades, es necesario para manejar todos los aspectos que requiere el paciente. Ahora bien, si no lo tienen por distintas circunstancias, hay fundaciones, empresas especializadas en cuidado como Attenti o grupos de apoyo.

    

3. Cuidar la alimentación. Hay que tener horarios establecidos para las 3 comidas y tener alimentos saludables para picar durante el día. Una mala alimentación afecta la salud física y emocional.

    

4. Obtener la mayor cantidad posible de información sobre la enfermedad de su paciente o familiar. En la medida que se tenga conocimiento sobre cómo actuar en cualquier eventualidad y cuáles son sus características, más preparados están los cuidadores para saber qué hacer y a quién acudir en caso de una emergencia. Esto puede evitar frustración y desespero que son las principales causas de la depresión.

    

5. Tener con quien desahogarse. No hay mejor terapia que poder hablar de los problemas. Por eso hay que buscar grupos de apoyo emocional, amigos cercanos o personas que están viviendo lo mismo.

    

6. Tomarse un tiempo todos los días para hacer algo que los motive, alegre y distraiga. Desde pintar, leer, hacer Mandalas hasta tejer, tomar clases de computador por internet son algunas de las actividades que puede buscar el cuidador para que la mente se enfoque en otra actividad y salga del estrés diario.

    

De esta forma, el cuidador evita llegar a la fatiga extrema pero también es responsabilidad de nuestra sociedad darle los reconocimientos y apoyos necesarios para construir un país más inclusivo, justo y saludable.